lunes, 19 de mayo de 2014

Flexible y frágil



Cuando tomas consciencia de tu fragilidad, te das cuenta de tu flexibilidad. Siento que no hay lo uno sin lo otro. En los últimos días me observo y pongo atención en mis movimientos.

¿Podría yo ser un junco fino y alto a merced del sol, la lluvia y el viento, sin a la misma vez ser absolutamente flexible para adaptarme a cada momento?

Y si soy un junco flexible y a merced del viento, ¿puedo no sentirme frágil? ¿vulnerable?

Puedo exigirle al sol que brille cuando lo necesito? a las nubes que dejen caer agua sobre mi cuando estoy sedienta? o que me cubran por entero cuando me acaloro? Puedo pedirle al viandante que mire bien por donde va para que no me pise en su andar despreocupado? Puedo rogar que no me arranquen de mis raíces para colocarme junto a otros juncos en forma de ramo en el quicio de una ventana? Puedo?

A menudo mi mente cree que puede pedir todo lo anterior, a veces creemos que tenemos poder sobre prácticamente todo, de esa forma imaginamos tomar el control de nuestras vidas y nos entra el miedo. La vida se abre ante nuestros ojos cada mañana, amanece aunque desees que no lo haga, oscurece aunque pongas todo el empeño en que el sol no se oculte. Las estrellas brillan o no sin poder controlarlas, el viento sopla o no sin poder manejarlo. Respiramos si o si mientras estamos aquí y ante éstos hechos, yo miro sorprendida y a veces con los brazos en jarra cada amanecer, haciéndome la misma pregunta: quién soy? que poder real tengo? hacia donde voy?

En momentos de silencio, contemplación y meditación, aparecen sutilmente algunas respuestas y entonces… quiero quedarme ahí, quedarme en mi respirar consciente, en el fluir interior, en la paz de la mente que nada exige y todo agradece. En los acordes de un piano o del sonido de la naturaleza, en el vacío de no tener que hacer nada, de no esperar nada, de no desear nada…

Cuando salgo del silencio vuelve mi mente y valora, juzga y espera, se lamenta por lo no alcanzado y sobre todo por lo perdido y es ahí, cuando ha de volver la imagen del junco, ligero, fresco y auténtico.

Y porque nada espero y todo agradezco, honro esta mañana de lunes a mi junco interior mientras le miro con admiración, respeto e inmenso amor.

Almu Fuentes