viernes, 18 de julio de 2014

No vale con achicar el agua...


Desde niña sentia la necesidad de conocer mi historia, quién soy yo lo determina quienes fueron mis ancestros, sus vidas la mía, sus dolores los míos, sus cosas pendientes las mías. He realizado un trabajo profundo y valiente durante las últimas semanas, mirando hacia atrás, la única mirada que realmente merece la pena. Aún no puedo creer todo lo que he descubierto, entre libros, entre fotos, entre conversaciones, entre llamadas a desconocidos parientes, estoy siendo capaz de trazar el mapa de mi clan y reconozco que es un trabajo difícil de hacer. Es mucho más fácil ignorar la historia, pero me he dado cuenta, de que achicar el agua de mi barca no sirve de nada, si no voy al lugar por el que el agua se introduce en mi embarcación. Mis clientes a su vez están haciendo lo mismo y juntos, acompasados a un ritmo mágico y ancestral estamos recorriendo unos senderos verdaderamente impresionantes.

No podría saber quien soy si desconozco quienes fueron ellos. Mirarles y saber no incluye juzgar ni evaluar, por el contrario, la mirada tiene que ser limpia y amorosa.

Hace unos días, me fui al cementerio de La Almudena, sabía por un funcionario que mi abuela materna estaba allí enterrada, hacía un calor increible en medio de ese mar inmenso de lápidas llenas de carruajes, cuerpos físicos ya abandonados.  Al ponerme frente a su tumba me sobrecogí, leer su nombre, sus años y la fecha en que partió, hizo que se desbordaran mis emociones. Me agaché frente a ella con un ramo de flores y entre lágrimas hablé con ella allá donde esté. Supe que estaba conmigo, abrazándome amorosamente, calmando mi dolor. Mi abuela… abuela… era la primera vez que pronunciaba aquella palabra porque nunca la conocí en vida, cuánto te echado de menos! qué te pasó? para que te fuiste tan joven? cuál era tu misión?… Los brazos de una amiga me rodearon, me dieron sombra y tras un rato largo, caminé de vuelta a casa.

Para gran sorpresa, mi abuela estaba enterrada con su madre, así que pude sentirme unida a las dos en unos breves momentos. El dolor de aquella mañana, ha dado paso a una serena calma y a una profunda paz. Ahora sé algo más de ella, algo más de mis otros tres abuelos. Sé que con su abrazo profundo, repararemos juntos aquellos errores de percepción que quedaron pendientes. Cambiar la energía en un breve instante, recuperar el tiempo y trascenderlo, sentir que estamos juntos más allá de las edades, observar con asombro como he repetido historias similares… comprender desde la esencia que la única forma de cambiar lo que ellos pensaron sobre ellos mismos, abandonos y abandonados, juicios y culpas, era reviviendo las mismas situaciones, abandonar y ser abandonada…

Hoy respiro y siento el abrazo de mis ancestros detrás. Mi clan me creó para algo y ese algo, ya lo he cumplido. Iré al cementerio a ver a mis abuelos y en septiembre viajaré a Badajoz a abrazarme profundamente con mi otra abuela, como un mandala de amor seguiré mi camino, ahora sí, libre de programas ancestrales.

Desde niña lo intuí, ahora con 50 años lo sé.

Feliz verano y hasta septiembre