martes, 17 de noviembre de 2015

LA MANO Y LA MARIONETA



Había una vez una marioneta hecha de telas, lanas e hilo, con largas trenzas y un vestido rojo, que un día soñó que tenía vida independientemente de la mano que la movía. Salió a actuar frente a un grupo de niños e inventó una historia. Poco a poco se iba quedando sin ideas, sin argumentos, se enfadaba, se reía, lloraba, iba de un lado a otro del guiñol, se cambiaba de traje, de peinado, tomaba en sus manos unas flores, las soltaba, cogía una espada y la soltaba y tras horas y horas de enredos cayó rendida sobre el borde de su pequeño escenario.

Los niños la miraban preocupados, no entendían la historia ni tampoco el argumento, pero estaban embelesados en el ir y venir de la ajetreada marioneta. Cuando se cansaron de mirarla y ver que ya no hacía nada, que parecía estar muerta, comenzaron a aplaudir, a llamarla, a intentar despertarla y como un milagro, la marioneta empezó a incorporarse, una mano, otra mano y por último su cabeza se erguía de nuevo, miraba a los niños de frente, les sonreía, ellos volvieron a aplaudir… la marioneta volvía a  recobrar vida, parecía recordar la historia que venía a contarles, la función continuaba, había despertado de su sueño y una mano sostenía a la marioneta.

A veces olvidamos que somos la mano y la marioneta que la mueve, y cuando eso nos ocurre, nos enredamos, nos angustiamos y sentimos miedo. Entonces es el momento de recordar que también eres la mano que llevas el guión, la que sabe de que va la historia, también eres la mano y el Ser que al acabar el cuento se levantará y recibirá los aplausos amorosos representados en las Almas de los niños.

Feliz martes otoñal

Almu Fuentes