Somos egoístas porque somos humanos. No es una opción, es una condición, o lo que es lo mismo, es debatible, pero no discutible.
En las últimas semanas, nos hemos divertido en los grupos de trabajo, poniendo sobre la mesa" lo egoístas que somos". Entre risas y protestas, hemos ido hablando de los distintos tipos de egoísmo que practicamos, antes incluso de asomar la cabeza en éste mundo. Quiero agradecer hoy a todos los participantes su sentido del humor y su trabajo, lo aportado y lo compartido, ha sido muy enriquecedor sacar finalmente del sótano de nuestras vergüenzas, una parte tan humana como necesaria para nuestra supervivencia.
Yo soy egoísta porque peleé como espermatozoide para ser la primera sin importarme un bledo lo que hacían los demás.
Yo soy egoísta porque me instalé en el cuerpo de mi madre y tomé de ella todo lo que necesité sin reparar en sus necesidades.
Yo soy egoísta primaria porque me convertí, como la mayoría de los bebes en el centro de atención de mis padres, robando su tiempo y sus horas de sueño, imponiendo mis necesidades y lo que yo quería por encima de todo: mi comida, mi baño, mi sueño, mis abrazos y mis carantoñas.
Además soy egoísta mercantil porque con mis iguales, con los que no era tan mimada como en mi casa, aprendí a "dar a cambio de"... no por generosidad, sino con el claro objetivo de conseguir aquello que yo deseaba. Practiqué mi egoísmo o trueque con mis hermanos "te doy mi pala y tu me dejas tu cubo"...
Aprendí el egoísmo aplazado para ver si la compensación luego era mayor... al aplazarlo tanto, descubrí el egoísmo altruista, el que más me gusta, ese que te hace sentir un enorme placer cuando "das".
Una participante de un grupo nos contaba lo bien que se sentía, cuando iba a algún país a dar, a ayudar... sin embargo, no estaba de acuerdo cuando le decían "qué buena eres... qué generosa", porque ella lo hacía para sentirse bien, de la misma manera, sin irnos muy lejos, que madre Teresa cuidaba a sus pobres. ¿Quién obtenía más a cambio? ella, con toda seguridad.
El egoísmo está en nuestra esencia, y dice el Dr. Julio Herrero en su libro "Creencias que dañan, creencias que sanan", que es el origen de la bondad verdadera, que hace posible los actos más generosos y las formas más elevadas de amor.
Trabajar con el egoísmo, deshojar la creencia de que es algo malo, nos alivia de la culpa. Ser egoísta es ser generoso, amarse a uno mismo es la única manera de amar a los demás. El Dalai Lama lo dice "sé inteligentemente egoísta" y el afamado psiquíatra nos lo recuerda,¡gracias doctor!
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