lunes, 3 de junio de 2013

Nada ocurre sin haberlo previamente imaginado


El que no perdona, en realidad no se perdona a sí mismo. Conviene entonces mirar con valentía hacia el interior para ver qué es aquello que no te perdonas. Sería imposible hacerlo sin poner unos rayos de consciencia, una pizca de silencio y unas gotas de amor.

Recuerdo que hace unos años, tenía a un vecino de éstos gruñones que hay en muchas casas, exigentes y críticos. Cada vez que me lo encontraba, algo en mi se encogía. Rechazarlo era la mejor opción, echarle toda la culpa a él, juzgarle como un hombre amargado e infeliz era lo más fácil. Con el tiempo he comprendido que aquel ser, me señalaba partes mías... ¡qué faena, ésto era lo más duro de todo...!

Verle cada mañana me recordaba esas sombras que yo trataba de esconder.

El perdón es un acto de amor a uno mismo. Cuando perdono me perdono y cuando me perdono me libero de la culpa. Vivir con culpas es andar con peso, llevar bolas enormes a nuestras espaldas que nos debilitan, que nos cansan, que nos entristecen.

Imagina que eres capaz de perdonar, de abrazar a ese ser que te hirió... y recuerda

Nada ocurre, sin haberlo previamente imaginado.

almufuentes@gmail.com