Lo he tenido tantas veces entre mis cosas pendientes: meditar, meditar, meditar... ¿Qué será eso de meditar? ¿será eso que hacen los que se rapan la cabeza y se visten con túnicas naranjas? O... ¿serán esas posturas tan extrañas en las que se ponen algunas personas y que desde luego para mi son imposibles del todo?...
No tenía ni idea, esa es la verdad... y para ser del todo sincera, lo de meditar, hasta me caía un poco gordo, Iba a resultar que todos los problemas, todas las angustias, todos los dolores... se resolvían ahora con eso de meditar.
La primera vez que entré en una sala de meditación fue en Kay Zen sede de la Escuela de Terapia Transpersonal en El Escorial. Me asombró la paz que transmitía aquel espacio y justo en esa visita, me propuse intentarlo. Dicen que cuando estás preparado para aprender, aparece el maestro y en mi caso así fue. La meditación se instaló en mi como parte de mi rutina diaria, poco a poco ha ido ganando espacio y espacio, hasta el punto de haber creado un rincón en mi casa abierto a la práctica de la meditación.
Y ahora, yo juego a meditar, y juego porque me siento bien haciéndolo, me siento libre, mi voluntad quiere, dice el Mago del Tarot que tenemos que convertir el trabajo en juego y yo os lo recomiendo: JUGAR A MEDITAR. ATREVEROS
Bases de mi juego:
Para mi meditar es crear un espacio cómodo en el que me siento literalmente, a no hacer nada. Para ese espacio me he comprado unas colchonetas en Decathlon y unos zafus rellenos de semillas (www.canalbienestar.com), además me pongo una vela en el centro y me acompaño con un incienso (recomiendo el olor a sándalo).
Yo me suelo poner música (recomiendo "Om tare tuttare ture soha" de Mercedes Bahleda que dura 10 minutos aprox. o si os atrevéis con mas "Hymn to the divine mother Akasha" de Devi Prayer, con una duración de 21 minutos es sencillamente una maravilla.
Cuando me siento a meditar no hay normas, trato de estar cómoda, relajada, recordarme que ese rato es para mi. Nadie me juzga si lo hago bien o mal, no me importan, con todo mi respeto hacia ellas, ni las escuelas ni las posturas... cuando medito me siento libre para pensar o no pensar, para sentir o no sentir, para llorar o sonreir para imaginarme lo que yo quiera, lo que me atreva, para visualizar o recordar, para imaginar, para descansar, incluso para dormir.
Medito con mis hijos y también con mis pacientes, incluidos los niños, medito acompañada de mis perros, de mis amigos o sola. Medito cuando me siento feliz o cuando estoy cansada, medito cada día porque para mi meditar es ya parte de mi vida.
Jugar a meditar... aporta mucha felicidad.
almufuentes@gmail.com