La cara es el espejo del alma. Cuando estamos bien, se nos nota y cuando estamos mal también ¿verdad?
Es la energía que disparamos, la que contagiamos, las que se nos escapa en la sonrisa, en los gestos, en la mirada, pero también en algo intangible, en algo no visible con los ojos.
Cuando ves a otra persona y antes de que hable, conoces ya muchísima información. Sabes y cuando digo sabes es algo profundo, inexplicable, sientes el poder de ese rostro que brilla o que está apagado.
Y tú... ¿qué cara tienes? Mírate al espejo para verte, observarte, sentirte, mira si ves a un hombre o a una mujer feliz, si en cambio sientes el peso de muchas preocupaciones, de bolsas de dolor que siguen atascadas, mira a ver que ves... arréglate el pelo, pon tu mejor gesto, ¿qué te dices? ¿qué te dice la imagen que se refleja?
De verdad que se obtiene mucha información cuando uno se mira, al principio cuesta, parece que estás haciendo el bobo, no le ves sentido, pero aguanta, es solo el peso de tu EGO que no quiere que te veas, que quiere seguir diciéndote él lo que eres.
Plántale cara al Ego y ¡mírate tu mismo!
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