Muchas veces, cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que he llevado sobre mi creencias que me han limitado. Con ellas, he dejado de conocer a personas a las que hubiera deseado conocer, he dejado de compartir experiencias que me hubiera gustado compartir...
En definitiva me he dejado a mi misma un poco por el camino.
Pero lo que es peor, es que me ha costado mucho trabajo, darme permiso para parar y escucharme a mi misma.
He vestido a mis hijos tal y como me vestían a mi, busqué el colegio más parecido a la educación que a mi me dieron, impuse los horarios que aprendí, los ritmos que me marcaron, las expectativas que imité.
Hoy, desde mi experiencia me hubiera gustado poner a mis hijas unas flores en el pelo, en lugar de unos lazos abultados con dos coletas. Darles más libertad y contacto con la naturaleza sin temer a los bichos o a las picaduras. Dejarles crecer el pelo y contar con su opinión.
Hoy me dispongo a dar permiso a los que me rodean para ser como desean, sin juicios, sin prejuicios, sin expectativas. Me dispongo a perder el miedo al "qué dirán" porque lo que digan los demás no traza mi camino, no abre mis nueces, no agranda mis conocimientos, no nutre mi alma.
Hoy me atrevo a ser yo misma, con defectos y virtudes y a confesar... que me hubiera gustado ser Hippie y vivir en una gran comuna de amor en donde no importen las clases sociales, el dinero, las creencias, el tener que amar a cuerpos en vez de a almas y pedir permiso para ser uno mismo.
Y la buena noticia, es que hoy estoy viva, y como estoy viva, aún tengo tiempo para hacerlo.
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